Con motivo del Día Mundial de Concienciación del Autismo celebrado el día 2 de abril, queremos compartir con vosotros una carta muy especial. Se trata de una carta de un niño con autismo dirigida a dos voluntarias que formaban parte de un programa de ocio y tiempo libre, y que semanalmente estaban una tarde con él.
Esta carta está escrita por el papá del pequeño con mucho cariño y agradecimiento a la labor realizada por las voluntarias. Esta es una carta muy especial porque de una forma natural y sencilla, se explica cómo actúa y cómo se siente un niño con autismo en su día a día.
Por preservar la privacidad de las personas que aparecen en la carta, vamos a omitir los nombres.
A continuación, exponemos la carta y esperamos que os guste tanto como a nosotras.
Hola, me llamo , y tengo 10 años.
El otro día estuve en el parque con mi voluntaria del programa “apúntate” de los miércoles. Me gusta jugar con el barro, hacer bolas y darle a algo, tirarlas, desmenuzarlas con las manos. Me mancho mucho, es verdad, pero he escuchado decir siempre a mi padre que “ojalá todos los problemas se solucionaran con agua y jabón”.
Mi voluntaria me habla de forma dulce y desprende cariño hacia mí, cosa que me gusta mucho. A veces me deja hacer las cosas que quiero, pero otras no, y es que tengo que «cumplir» la agenda que me proponen, me guste o no, así es como dicen que es mejor para mí. La verdad es muy interesante, porque me anticipa muy bien lo que va a pasar.
Cuando estaba en el parque, ensuciándome de barro, veía que los padres de otros niños me miraban con extrañeza, y miraban también a con cara rara porque a veces me dejaba jugar con el barro y ensuciarme.
Sin embargo, no me miraban así cuando me subí al columpio y me balanceaba muy bien, ¿por qué ahora no me miran de aquella forma? no lo entiendo mucho, porque yo me divierto igual de bien haciendo una cosa o la otra, eso sí, he notado que mi amiga no me quita ojo de encima. La verdad es que me quiere mucho, lo noto.
Cuando vamos a la tirolina, me quiero montar el primero, pero me dice “esperar”, o “esperar tu turno”, no sé muy bien por qué, pero tras unos momentos sí me dejan tirarme.
También me gusta revolcarme en los chinos y a veces, si estoy tranquilo, me tiendo boca arriba, sin moverme, acariciando los chinos y mirando las hojas de los árboles, el cielo y las nubes, y otras cosas que pasan por mi mente que no sé explicar muy bien, pero me hace estar tranquilo y relajado.
Nunca me quiero ir a casa, pero siempre me dicen lo que toca hacer después del parque y tras unos momentos, me tranquilizo y me resigno, y nos vamos a casa, al baño y a comer.
Me obligan también a hacer algunas cosas que ellos piensan que son normales. No sé por qué, pero me lo explican, y yo, si los entiendo lo hago, claro, porque lo que me enseñan es por algo.
Soy feliz, aunque a veces me enfade mucho. Mis papás lo dicen: “mi hijo es feliz “. Y a mi otra amiga también se lo he escuchado decir. También he oído decir alguna vez a las personas cuando hablan del autismo, que “su mundo” es diferente al mío, que en el suyo existen cosas que yo no comprendo muy bien. Hablan de “envidia, rencor, posesión, odio, materialismo, egoísmo…”, y otras cosas que no me acuerdo y que tampoco me interesan porque no existen en mi mundo y no las comprendo.
También dicen que en “mi mundo” esas cosas no existen, y es verdad. Yo no sé lo que son esas cosas tan raras que tenéis vosotros en vuestro “mundo”. En «mi mundo» no caben esas cosas tan extrañas, creo que tengo el corazón tan lleno de cariño para dar, que no me caben más cosas. yo si sé que conozco a mis papás, a mis abuelos, a mis profes del cole, a mis voluntarias, y a otras muchas personas con las que me lo paso muy bien, y sé que los quiero, aunque no sepa expresarlo de la forma que es “normal”.
También me obligan a hacer otras cosas como estar sentado mientras estoy comiendo, por ejemplo, pero me gustaría que me dejaran ir y venir a comer cuando yo quiera, es más «diver».
Me han dejado ver la tele, lo que más me gusta: “los tetabis”. Me dejan que rebobine y ponga las cosas que más me gusta, y eso me pone muy contento, me dejan jugar en el “oeaor” y me conecto a internet para buscar los juegos que más me hacen reír.
Por eso, como me ven reír y me ven contento muchas más veces que enfadado, dicen que soy feliz. Yo también los veo felices a ellos, sobre todo cuando me miran con ojos que desprenden cariño y amor.
Me encanta cuando me lleva de paseo, al centro de ocio, a montarme en los cacharritos o al mcdonalds, o al cine, y me agrada muchísimo cuando a se le ocurren ideas diferentes de qué hacer. Esta niña siempre está inventándose cosas para hacerme aún más feliz. Me llevó el otro día a comer churros con chocolate a un sitio que hacía mucho tiempo que no iba, y me puse muy contento. Ella es toda dulzura, ternura y comprensión, y es todo cariño, paciencia y protección. En realidad, las dos son todas esas cosas ¡qué afortunado soy!
Gracias por acompañarme los días que venís conmigo. Gracias por protegerme en todo momento, por estar siempre pendiente de mi, por cuidarme, por hacer entender a otras personas que yo soy diferente si me pongo a hacer algo raro, gracias por jugar conmigo, hacerme cosquillas, hacerme reír, por llevarme de paseo, montarme en el autobús y tantas y tantas cosas, y sobre todo por quererme tanto, porque lo sé, sé que me queréis porque sabéis hacérmelo saber. Quizá yo no sepa agradecerlo de una forma adecuada, pero ya me entendéis, soy algo diferente.
Gracias, siempre gracias, porque hacéis de mí, un niño muy feliz y estoy muy contento de que mis papás me incluyeran en el programa apúntate. Ellos saben más de eso que yo, que lo único que quiero es ser uno más, con mi forma de ser diferente, y sobre todo, que me quieran como lo estáis demostrando día a día.
Una última cosa: esta carta la ha escrito mi papá, porque yo no sé escribir aún. Mientras la escribe, yo salto de alegría haciendo mis movimientos que ellos llaman “estereotipias”, y deseo que lleguen «mis niñas» los lunes y los miércoles para pasármelo estupendamente con ellas. El tiempo que empleáis en mí, espero que os compense con mis risas, mis juegos y mi propia felicidad a la que contribuís con vuestra sola presencia. Gracias una vez más.
Firmado, un padre agradecido.