Los movimientos de los recién nacidos no son voluntarios, están propiciados por los reflejos primitivos.

Desde que nacemos traemos un programa innato de desarrollo motor, a través de los movimientos rítmicos del desarrollo natural del recién nacido se conectan las diferentes áreas del cerebro, formado pero aún inmaduro: tronco cerebral, cerebelo, ganglios basales, sistema límbico y neocortéx.

En el primer año de vida de un bebé,  se producen casi 5 millones de conexiones neuronales al minuto, por lo que debemos dotar al cerebro de estimulación sensorial, vestibular y táctil para sentar las bases de desarrollo futuro.

El programa interno de desarrollo motor de los bebés establece que alrededor de los cuarenta días de nacido, éste debe permanecer en el suelo, en posición prono, para comenzar a controlar la cabeza, siendo ésta primera etapa la más importante del desarrollo cerebral del recién nacido.

Las mecidas, los masajes, las caricias y otros estímulos sensoriales harán que el cerebro del recién nacido se abra a explorar el mundo, conocer y así mismo, se estimulará con sentimiento de placer y motivación. En la medida que éstos exploran, tocan, conocen, se produce, coincidiendo también con la dentición, el babeo masivo de los bebés ya que boca y pies están totalmente conectados.

Entre el segundo y quinto mes de vida, el bebé ya es un controlador nato de su cabeza, aumenta su curiosidad por el mundo  y empezará a levantar sus piernas y tronco, y posteriormente a reptar,  integrando los reflejos primitivos a reflejos posturales. A partir del sexto mes, y habiendo pasado por todas estas etapas, será capaz de voltear de supino a prono y viceversa para acomodarse a las situaciones y gestionar su energía.

A partir de aquí, con la autonomía que le proporciona el movimiento voluntario, comenzará  a sentarse solo, aumentando su campo de visión, a mecerse, a ser consciente de su esquema corporal para alcanzar sus intereses y con ello surge el gateo sobre los ocho meses aproximadamente, cuando se consigue, significa que el bebé hace patrones cruzados de movimientos, lo cual indica la maduración cerebral óptima de la edad. Será a partir del décimo mes cuando el bebé, por sí solo, comience a ponerse de pie, a moverse sosteniéndose del mobiliario y posteriormente a caminar.

Con el paso por todas las etapas anteriormente nombradas nos aseguramos un desarrollo cerebral sano del bebé, integrando los reflejos primitivos, sentando las bases futuras, mejorando la atención, el control de los músculos oculares y la visión, los impulsos, el habla, etc. Ya que por el contrario, si alguna etapa no sucede, la retención de algún reflejo puede determinar nuestra forma de ser y hacer de determinadas tareas.

Espero que este artículo os sea de gran utilidad, si tenéis cualquier duda, podéis preguntarnos a través de nuestra web, en el mail matices@centromatices.es o en el teléfono 954 512 309.

 

Noelia Gallardo Molero

Pedagoga y experta en atención temprana. Nº colegiado 1257

Área de Atención temprana. Centro Matices.