Probablemente, como padres habéis tenido que escuchar en alguna ocasión que vuestro hijo ha dado un bocado a otro compañero, primo o hermano, o bien ha sido al contrario y vuestro hijo ha recibido un bocado. Pues bien, a continuación os ofrecemos algunos consejos para actuar ante estas situaciones.

El dar bocados, aunque evidentemente no es una acción apropiada, es una respuesta negativa ante  algo.  En la etapa en la que los niños dan bocados, por lo general el lenguaje no lo tienen plenamente adquirido y por esta razón, muerden o pegan como una forma de reaccionar ante un desacuerdo o una situación que no aceptan, por ejemplo, que un compañero le quite el juguete con el que él estaba jugando.

Sin embargo, aunque podamos llegar a entender por qué los niños muerden, debemos saber también qué hacer para que el niño entienda que esa forma de actuar no es la adecuada.

Lo primero que debemos hacer es detectar la causa (identificar el motivo por el que muerde y reconocer los signos que indican que va a morder puede ayudarnos a prevenir o controlar esta determinada conducta). También es positivo actuar inmediatamente después y atender en primer lugar a la víctima y una vez que nos aseguremos que está bien y tranquila, nos dirigiremos al que ha dado el bocado. Si el menor está enfadado, lo apartaremos para que se relaje y una vez relajado, estableceremos una consecuencia. El mensaje que tenemos que transmitir es el de no morder bajo ningún concepto, y si se llega a morder habrá siempre una consecuencia a ese comportamiento. Muy importante también, es el reforzar el buen comportamiento del que generalmente muerde, si observamos que ante una situación no ha mordido cuando en otras ocasiones si lo ha hecho, le reforzaremos positivamente y así, entenderá que el buen comportamiento tiene premio.

Además de estas orientaciones generales que os vendrán bien tener presente ante este tipo de comportamientos, queremos facilitaros dos técnicas de modificación de conducta que pueden ser muy útiles para acabar con los bocados:

  • Extinción o retirada de atención: Evitar contacto ocular y evitar hablarle, incluso si es necesario podrá irse de la zona donde estén, mostrando tranquilidad y seguridad.

Con esta técnica enseñaremos al niño a efectuar peticiones de forma adecuada, de manera que con rabietas, lloros, bocados… no va a conseguir nada.

Si retiramos la atención que prestamos al niño (refuerzo positivo) inmediatamente después de la aparición de las respuestas inadecuadas, éstas tenderán a desaparecer con el paso del tiempo.

Diríjale toda la atención cuando el niño se tranquilice, calmado debe entonces intentar explicarle y sin recriminaciones lo que ha sucedido y cómo lo deben hacer bien.

  • Tiempo fuera: Automáticamente después de la conducta inadecuada, retirar físicamente al niño del espacio actual para trasladarlo a otro lugar que sea aburrido para él sin ningún tipo de estímulo, por un breve espacio de tiempo (un minuto por año de edad). También pueden ser los padres los que se retiran del lugar donde esté el niño (cuando es posible, p.ej. en el comedor de la casa).

          Primero, debemos explicarle al niño lo que esperamos de él hasta que entienda cómo debe comportarse y qué consecuencia habrá en caso que no se comporte como esperamos.

 

Esperamos que estas recomendaciones os sean de gran utilidad.

 

Maleni Sánchez Litrán

Psicopedagoga y Educadora Social. Nº colegiado 1275

Área de Orientación familiar. Centro Matices.