En ocasiones nos preguntamos ¿Cómo estimular la fluidez verbal de nuestros hijos e hijas? Y no sabemos por dónde comenzar ya que, partir de los tres años de edad es cuando se adquieren gran parte de las habilidades lingüísticas y se van aproximando a las distintas formas de lenguaje a través de la imitación y asociación. Es decir, imitan lo que escuchan en su entorno; primero en el entorno familiar y, posteriormente, en el escolar. Pero es a través el juego y la creatividad es realmente donde ellos van descubriendo que pueden aprender a comunicarse y hacerse entender mejor. Utilizan más palabras, más frases y hacen uso de su lenguaje corporal.

Entonces, estimular la creatividad a través de las actividades lúdicas es el punto de partida para ir enseñando a los niños más palabras, su pronunciación y su significado correcto. La creatividad y el juego son la mejor estrategia para conseguir despertar en los niños la curiosidad y las ganas de aprender, y para conseguir, así, que desarrollen de manera progresiva una mayor y mejor fluidez verbal.

A continuación, te brindaremos algunas claves que te facilitarán favorecer y enriquecer el lenguaje de nuestros hijos, recuerda que desde el hogar es posible crear espacios que ayuden y estimulen a los niños a desarrollar su fluidez verbal, como las siguientes actividades:

  1. Conversar con los niños. Es fundamental que los padres hablen con los menores sobre diferentes temas, aunque algunas palabras tengan un significado desconocido, acostumbren su oído y permitan que se familiaricen con palabras nuevas. Poco a poco, aprenderán más sobre ellas.
  2. Leerles cuentos. Motivar a los niños a la lectura y hacer que ellos lean. El hábito de la lectura, ayuda al menor  adquirir mayor vocabulario, flujo de palabras y es imprescindible para desarrollar una fluidez verbal.
  3. Hacer sonidos onomatopéyicos, rimas y trabalenguas. Esta es una buena estrategia para ayudar al menor a mejorar la pronunciación, entonación y el ritmo al hablar.
  4. Fluencia semántica. Jugar con el niño a mencionar la mayor cantidad de palabras en un minuto. Por ejemplo, palabras de la misma categoría semántica: como animales, números, colores, prendas de vestir, partes de la casa, útiles de aseo, personajes de películas de dibujos animados, palabras terminadas en una misma vocal o que comiencen con una misma consonante, etc.
  5. Completar frases u oraciones. Este tipo de actividad ayuda a los niños a buscar y a evocar las palabras que son adecuadas al contexto y pensar de manera coherente en relación a un tema dentro de la oración. Además puedes plantearle situaciones fueras de contexto como los absurdos verbales para estimular su capacidad de razonamiento y lógica. Como por ejemplo “Las vacas vuelan en el mar.” “El panadero vende pan en el cuarto de baño, etc”. Luego le puedes preguntar si es correcto o incorrecto lo que acabamos de decir y ¿por qué?
  6. Describir o definir el uso de los objetos. Puedes utilizar preguntas como: “¿Qué es?, ¿para qué sirve?, ¿Cómo se utiliza?, ¿Cuándo lo necesitamos? o ¿qué sabes de esto?”. De esta manera, motivamos a los niños  a que hablen sobre algún tema, objetos, un utensilio de cocina, una prenda de ropa, un cuento, experiencias del día a día y les damos la libertad de que busquen las palabras que ellos creen son más adecuadas o útiles para describir el objeto en cuestión.
  7. Juego de roles. Inventarnos personajes, disfrazarse, o imitar situaciones, cuentos, personajes de dibujos animados que sean de interés para los niños.
  8. Escuchar, bailar, aprender a cantar o intentar llevar el ritmo de canciones infantiles. Y si tiene contenido educativo como aprender a leer o aumentar vocabulario favorece la rapidez del aprendizaje de nuevos conceptos y tener una adecuada pronunciación.

“Enseña a tus hijos a explorar el mundo, a ser amables, escuchar cuando otros hablan, siendo paciente, esperar su turno, comparte tiempo con ellos y escucharlos tú a ellos también”.